Pablo César Ledesma Cepeda
Soledad
Soledad, se antepone mi alma
porque mi mente se ha consumido
en pensamientos sin esperanza,
en fragmentos que he vivido.
Claustro está mi físico,
inseguros todos mis sentidos.
Es este silencio pacífico
el que muestra, de mi vida, lo perdido.
Las notas del silencio,
las que aturden mis oídos,
ambientan con desprecio
este oscuro océano vacío.
Las premisas son muchas,
la conclusión un intento.
Soledad, lo que de mí escuchas,
es lo que queda en el viento.
Aguardo por alguna esperanza
y descomulgo mi ambición,
en esta oscuridad que todo lo alcanza
y hace de la muerte, una tentación.
El recuerdo da esperanza
de volver a hablar con mis amigos,
de tenerlos en mi casa,
entre charlas, risas y vino.
Soledad, ¿qué destello debe permear el alma
cuando la vida no tiene remedio,
cuando no se encuentra la calma?
Ahora mi vida está en medio
de un dolor que a mi ser se empalma,
me suprime en un interminable tedio
y a ser una bestia con mucho peso en su enjalma.
Soledad, me traes al olvido,
olvido de aquellos que me aman
o que alguna vez me han querido;
ya ellos no me proclaman,
ya nada tiene sentido.
¡Oh Soledad!, fría soledad…
Tú procuras culminar, lentamente conmigo,
no sé qué más pretendes destruir,
ya saldado está mi destino.
Amo de ti el odio que tengo por dentro,
detesto de ti lo que dejo en el olvido.
Estoy contigo en este preciso momento
y estaré contigo después, cuando me haya ido.
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