
Alejandro Becerra
¡Y!
Y vas buscando otro rumbo que te aleje de aquellas miradas
que rompieron sin misericordia la coraza del corazón.
Y vas olvidando en otros paisajes aquellas ilusiones falsas
que sin piedad te vendieron, poco a poco, de a montón.
Y vas simplemente esperando a modificar los vestigios del destino,
esquivando cada cuanto las piedras del camino.
Y vas, pero ir te lleva siempre a algún lado,
hasta que llegas y te encuentras con sus ojos marrones,
con su boca, con sus manos, con su cabello despeinado,
con un alma cálida, llena de pétalos de girasoles.
Y no llega rompiendo la coraza del corazón,
pero se introduce hasta el fondo con su descarga de amor.
Y no te pinta paisajes de verde pino o de claro marrón,
te los pinta grises, mostrando la perfección de dicho color.
Y aunque ella no dice nada,
uno siente que lo tiene todo.
Pones el corazón en marcha
para darle todo de algún modo.
Y no se vuelve una piedra en tu camino,
sólo brinda a todo tu ser paz y calma,
pues ella se convierte en tu destino,
y espera que la recorras de los pies hasta el alma…
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