Pablo César Ledesma Cepeda
¡Ya mujer, déjame tranquilo!
¡Ya mujer, déjame tranquilo!
Ya es necesario que me dejes en silencio
para que el tiempo con su paso,
me arrulle con el viento.
Ten siempre presente que te amé,
te adoré como a ninguna.
Te viví sol tras sol, luna tras luna
y por ello tu propiedad conquisté,
todos tus ríos, todas tus dunas.
Ya mujer, no llores más
pues la obligación demanda tu presencia.
Pon en firme tus emblemas,
junto con tu firmeza y tu paciencia,
haciendo una las mil formas
con las que soportaste mi demencia.
Ten siempre presente que te amé,
te adoré como a ninguna,
que te amé hasta mi muerte,
que te quise con locura.
Ya mujer, quiero descansar,
sabiendo que puedes seguir sin mí.
Tu vida debes aprovechar
para que después no estés aquí,
arrepentida de no gozar
de ese privilegio que ya perdí.
Puedes, claramente, liberarte.
La muerte nos ha separado,
el destino lo quiso así,
por eso déjame descansar
y tú, sigue tu vida, vete a vivir…
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