Melissa Rosero Rodríguez
Estoy frente a ella
Estoy frente a ella, ese ser indolente que es la culpable de todo lo que me ha pasado en la vida. La mujer obstinada que no entiende cómo se deben hacer las cosas, pero aun así sigue en el juego, intentando darle un rumbo a su destino.
Es una persona que no toma buenas decisiones y que vive sumida en un espejismo de vida, del cual ya no diferencia la verdad de la fantasía. Ella sabe sabotear mis mejores momentos, me recuerda lo pésimo ser humano que puedo ser y saca de mí lo peor en toda oportunidad.
Obstinado y terco ser ¿Cómo no es capaz de entender que, por más que el camino le dice que no, ella solo escucha a su terquedad diciéndole que sí? ¿Por qué todo debe ser a su manera? Ella, sin pensar en las consecuencias de sus actos, simplemente actúa, sin medir los daños, los perjuicios que puede causar en los demás tan solo por sus suposiciones y conjeturas erróneas.
Es una consecuencia fatal tras otra, un cúmulo de desaciertos que va por la vida definiendo premisas vacías y actuando en pro de las mismas. No se deja guiar, no permite que la orienten. Solo quiere vivir su vida, a su modo, aunque ello implique ser desdichada por siempre.
Me exaspera su manera conformista de vivir, pero lo que más acrecienta mi sufrir es saber que ella tiene todas las capacidades y virtudes para ser mejor, para ser diferente, pero su orgullo y terquedad no la dejan salir del círculo vicioso en el que mueve su existencia. Yo simplemente sigo viéndola, observando la desgracia de vida que ella no se permite cambiar. La detallo, la analizo, por más que mi ser quiera acabarla a pedacitos hay algo de esperanza en que reconozca sus capacidades y pueda salir de ese abismo en el que ella mismo decidió vivir.
Afuera del cuarto, un hombre se acerca a la puerta que está a medio cerrar y, por el espacio que queda entre la misma, se dispone a observar qué ocurre en el dormitorio. Ve a su esposa, frente a su tocador, cepillando su cabello con devoción total. Ella pasa su cepillo mechón por mechón, meditabunda, como si juzgara algo, como si colocara en una balanza lo bueno y lo malo del universo mismo. Pareciera estar en una especie de trance. Él solo la observa, sabe que dentro de ella ocurre una batalla campal, una guerra inclemente que solo tiene lugar cuando ella se mira en el espejo.
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