Melissa Rosero Rodríguez
La temporada navideña es un momento mágico, especialmente para los más pequeños. Podemos disfrutar de las festividades a través de diferentes espacios de entretenimiento y unión familiar. Uno de los recursos que podemos usar, en estos tiempos saturados de tecnología, es la literatura. ¿Qué mejor manera de disfrutar de este espíritu festivo que con cuentos cortos encantadores que capturan la esencia misma de la Navidad? Desde aventuras con renos hasta historias sobre la generosidad y el amor, estos cuentos cortos de Navidad están diseñados para deleitar a niños y niñas de todas las edades.
Cuentos cortos navideños en este artículo
Cuentos de navidad para niños, que avivan el espíritu navideño
Fotografía del cuento El Reno Rudolph: Mateusz Feliksik
El Reno Rudolph
Un reno llamado Rudolph que había nacido con una curiosa y peculiar nariz roja, grande y brillante y caminaba solo por el mundo porque los demás renos se burlaban siempre de él, diciéndole que parecía un payaso o que tenía una manzana por nariz. Rudolph se sentía muy avergonzado y cada día se alejaba más de la gente. Su familia sentía mucha pena por él.
Siempre estaba deprimido y con el apoyo de sus padres, a los cuales les daba mucha pena Rudolph, decidió abandonar el pueblo adonde vivía y empezó a vagar sin rumbo durante mucho tiempo.
Se acercaba la Navidad y Rudolph seguía solo por su camino. Pero una noche, en víspera navideña, en que las estrellas brillaban más que en otros días en el cielo, Papá Noel preparaba su trineo, como todos los años. Contaba y alineaba los 8 renos que tiran de su trineo para llevar regalos a todos los niños del mundo. Santa Claus ya tenía todo preparado cuando de repente una enorme y espesa niebla cubrió toda la tierra.
Desorientado y asustado, Papá Noel se preguntaba cómo lograrían volar el trineo si no conseguían ver nada. ¿Cómo encontrarían las chimeneas?, ¿Dónde dejarían los regalos? A lo lejos, Santa Claus vio una luz roja y brillante y empezó a seguirla con su trineo y renos. No conseguía saber de qué se trataba, pero a medida que se acercaban, llevaran una enorme sorpresa. ¡Era el reno Rudolph! Sorprendido y feliz, Papá Noel pidió a Rudolph que tirara él también de su trineo. El reno no podía creérselo. Lo aceptó enseguida y con su nariz iluminaba y guiaba a Santa por todas las casas con niños del mundo.
Y fue así como Papá Noel consiguió entregar todos los regalos en la noche de Navidad, gracias al esfuerzo y la colaboración del reno Rudolph. Sin su nariz roja, los niños estarían sin regalos hasta hoy. Rudolph se convirtió en el reno más querido y más admirado por todos. ¡Un verdadero héroe!
Cuento corto de navidad de Robert Lewis May
Fotografía del cuento La leyenda del árbol de navidad: Brett Sayles
La leyenda del árbol de navidad – Leyenda popular
Érase una vez un leñador, que estaba casado con una joven a la que amaba mucho. Como la quería mucho, quería que tuviera cosas buenas para comer y una casa siempre cálida y por eso pasaba mucho tiempo en el bosque cortando leña, en parte para revenderla y en parte para calentar su casa, que tenía una bonita chimenea. En Nochebuena regresaba tarde a casa como de costumbre y vio, mirando hacia arriba, un hermoso abeto alto y majestuoso. Estaba tomando medidas para ver si podía cortarlo cuando se dio cuenta de que entre sus ramas, en la noche más oscura, podía ver las estrellas y que su luz parecía brillar directamente desde las ramas.
Fascinado por este espectáculo, decidió en ese momento dos cosas: la primera era que dejaría el abeto viejo donde estaba y la segunda que tenía que mostrarle a su esposa esta hermosa vista: luego cortó un abeto más pequeño, lo llevó al frente de la casa y allí. encendió pequeñas velas que colocó en las ramas (sin prender fuego accidentalmente al árbol). La esposa del leñador, desde la ventana, vio el árbol tan iluminado y se enamoró de él hasta el punto de dejar de hacer el asado. A partir de ese momento, la bella esposa del leñador siempre quiso tener un abeto encendido para Navidad y los vecinos, al encontrarlo hermoso a la vista, pronto imitaron al leñador. Este uso luego se expandió y el árbol de Navidad se convirtió en uno de los símbolos de la Navidad.
Fotografía del cuento Las brillantes arañas de navidad: Elina Fairytale
Las brillantes arañas de Navidad – cuento navideño corto del argot popular
El hogar se había vuelto a inundar con el espíritu navideño, el olor a pan dulce y turrones impregnaba el ambiente y los colores chispeaban por doquier. La madre se había encargado de que ese año la casa estuviera reluciente para la celebración. Había limpiado con esmero hasta el último rincón del hogar, de manera que no quedasen restos de polvo o suciedad.
Sin embargo, en su afán de limpieza había roto unas minúsculas telarañas que hacía años formaban parte del salón y daban refugio a unas pequeñas arañitas que disfrutaban en especial de aquellas fechas. Al ser despojadas de su hogar, las arañitas no tuvieron más remedio que huir desoladas hacia un rincón oscuro en el ático.
A medida que se acercaba la Navidad, el sentimiento festivo se apoderaba aún más de aquel hogar, y una tarde toda la familia se dispuso a decorar un inmenso árbol. La madre, el padre y los dos hijos colocaron los adornos navideños y luego se fueron a dormir.
Mientras tanto, las arañitas lloraban desconsoladamente porque se iban a perder la mañana de Navidad, cuando los niños abrían sus regalos. Cuando parecían haber perdido toda la esperanza, a una de las arañas más viejas y sabias se le ocurrió que quizá podían ver la escena escondidas en un pequeño orificio del salón que solo ella conocía.
Todas estuvieron de acuerdo y de manera silenciosa salieron de su escondite para llegar hasta la pequeña grieta del salón. Antes de llegar fueron sorprendidas por un gran estruendo y corrieron hacia el árbol navideño buscando refugio para que no las descubrieran.
Era Santa Claus que intentaba entrar por la chimenea. Al acercarse al árbol para dejar los regalos, le resultó simpático ver aquellas pequeñas arañitas repartidas por cada rama, detrás de las decoraciones más bonitas. Entonces, decidió usar su magia y convertir a las arañas en las largas cadenas luminosas, que hoy conocemos como guirnaldas.
Fotografía del cuento Los taleros de las estrellas: Mateusz Feliksik
Los táleros de las estrellas
(El tálero es una antigua moneda de plata alemana)
Había una vez una niña huérfana muy pobre. Tan pobre, que no tenía hogar ni cama donde dormir. Sus únicas posesiones eran la ropa que llevaba, un gorrito de lana y un pedazo de pan que un alma caritativa le ofreció.
Hacía frío y ese día era Nochebuena. La pequeña decidió caminar hacia el bosque, pero al poco se encontró con un anciano que le dijo:
– Por favor, ¿podrías darme algo de comer? Estoy hambriento…
La niña le ofreció el pan que tenía y el hombre respondió agradecido:
– ¡Dios te lo pague!
La pequeña sonrió y siguió andando. Y al rato se encontró con un niño que le dijo:
– Por favor, tengo frío en la cabeza… ¿Tienes algo para abrigarme?
Y la niña se quitó el gorro y se lo regaló al pequeño.
El niño se alejó feliz y la niña sonrió. Poco después se encontró con otro niño que tiritaba de frío y ella se quitó el abrigo fino y se lo regaló al pequeño, que por fin entró en calor. Y ya cuando entraba en el bosque era de noche, y vio a otro niño con una simple camiseta. Ella se quitó la camisa y se la ofreció.
Cuando ya no tenía nada más, la niña se sentó, muerta de frío, junto a un árbol. Entonces miró al cielo y vio que las estrellas brillaban con mucha intensidad. Y al sonreír, muchas de ellas comenzaron a caer y al llegar al suelo se transformaban en táleros, que eran unas preciosas monedas de plata. Y junto a ellas además apareció ropaje de fino lino. La pequeña recogió todas las monedas, se vistió con la ropa que había aparecido de forma milagrosa junto a ella y fue rica el resto de su vida.
Cuento corto de navidad de los hermanos Grimm
Fotografía del cuento El hombre de jengibre: Jill Wellington
El hombre de jengibre – Tradición oral navideña inglesa
La cocina se llenó del olor dulce de especias, y cuando el hombre de jengibre estaba crujiente, la vieja abrió la puerta del horno. El hombre de jengibre saltó del horno, y salió corriendo, cantando – ¡Corre, corre, tan pronto como puedas! No puedes alcanzarme. ¡Soy el hombre de jengibre!
La vieja corrió, pero el hombre de jengibre corrió más rápido. El hombre de jengibre se encontró con un pato que dijo
– ¡Cua, cua! ¡Hueles delicioso! ¡Quiero comerte! Pero el hombre de jengibre siguió corriendo.
El pato lo persiguió balanceándose, pero el hombre de jengibre corrió más rápido. Cuando el hombre de jengibre corrió por las huertas doradas, se encontró con un cerdo que cortaba paja.
El cerdo dijo – ¡Para, hombre de jengibre! ¡Quiero comerte! Pero el hombre de jengibre siguió corriendo. El cerdo lo persiguió brincando, pero el hombre de jengibre corrió más rápido.
En la sombra fresca del bosque, un cordero estaba picando hojas. Cuando vio al hombre de jengibre, dijo – ¡Bee, bee! ¡Para, hombre de jengibre! ¡Quiero comerte! Pero el hombre de jengibre siguió corriendo. El cordero lo persiguió saltando, pero el hombre de jengibre corrió más rápido.
Más allá, el hombre de jengibre podía ver un río ondulante. Miró hacia atrás sobre el hombro y vio a todos los que estaban persiguiéndole.
– ¡Paa! ¡Paa! exclamó la vieja. – ¡Cua, cua! graznó el pato. – ¡Oink! ¡Oink! gruñó el cerdo. – ¡Bee! ¡bee! — baló el cordero.
Pero el hombre de jengibre se rió y continuó hacia el río. Al lado del río, vio a un zorro. Le dijo al zorro:
– He huido de la vieja y el pato y el cerdo y el cordero. ¡Puedo huir de ti también! ¡Corre, corre, tan pronto como puedas! No puedes alcanzarme. ¡Soy el hombre de jengibre!
Pero el zorro astuto sonrió y dijo:
– Espera, hombre de jengibre. ¡Soy tu amigo! Te ayudaré a cruzar el río. ¡Échate encima de la cola!
El hombre de jengibre echó un vistazo hacia atrás y vio a la vieja, al pato, al cerdo y al cordero acercándose. Se echó encima de la cola sedosa del zorro, y el zorro salió nadando en el río. A mitad de camino, el zorro le pidió que se echara sobre su espalda para que no se mojara.
Y así lo hizo. Después de unas brazadas más, el zorro dijo:
– Hombre de jengibre, el agua es aún más profunda. ¡Échate encima de la cabeza!
– ¡Ja, Ja! Nunca me alcanzarán ahora rio el hombre de jengibre.
– ¡Tienes la razón! chilló el zorro. El zorro echó atrás la cabeza, tiró al hombre de jengibre en el aire, y lo dejó caer en la boca. Con un crujido fuerte, el zorro comió al hombre de jengibre. La vieja regresó a casa y decidió hornear un pastel de jengibre en su lugar.
¿Para qué leerles cuentos cortos de navidad a los niños?
Contar estos cuentos cortos de navidad a los niños, siempre será una actividad que les permitirá a los más pequeños crear lazos profundos y gratos recuerdos con sus padres. Entre otros beneficios de leerles historias cortas de navidad a los niños tenemos:
- Los niños tienen la posibilidad de desarrollar sus habilidades en lectura y escritura.
- Estos relatos navideños les permiten a los niños descubrir eventos significativos ocurridos durante esa temporada, comprendiendo así por qué la Navidad es una festividad tan especial en nuestros calendarios.
- Se promueve el interés por la lectura, tanto como una forma de entretenimiento, como de adquirir conocimientos nuevos.
- Aprenden las reglas ortográficas y practican su aplicación de manera individual.
- Los niños son como pequeñas esponjas, están absorbiendo información constantemente. Pueden aprender de las enseñanzas de estos cuentos cortos y aplicarlos a su vida diaria.
¿Qué significa navidad?
En pocas palabras, navidad es un término que significa nacimiento y conmemora el nacimiento de Jesucristo. Esta conmemoración se celebra con una gran fiesta en todos los países católicos y en la mayoría, los países alrededor del mundo.
Te recomendamos el siguiente Doodle navideño de Google par que te diviertas con esa personita tan especial.
Fotografía de la portada por: Işıl
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